En la formación permanente del profesorado no todo vale. Tras algunos decenios de experimentación –y con inyecciones económicas nada despreciables– no acaban de encontrarse las recetas más adecuadas para que este tipo de formación repercuta de una manera más efectiva en la modificación de las culturas profesionales y las prácticas escolares. Existen, desde luego, intentos aislados muy exitosos, pero sin el necesario soporte y acomodo institucional.
El plan que aquí se presenta –impulsado por el Departamento de Educación de la Generalitat de Catalunya– pretende dar una respuesta más articulada y global a estas carencias mediante la práctica reflexiva, a partir de la propia experiencia docente. El objetivo es la creación de comunidades reflexivas que se van fraguando con el trabajo colaborativo en los propios centros y en pequeños equipos, con la formación en cascada y optimizando el uso del entorno virtual. Una nueva manera de crecer profesionalmente, de enriquecer la intervención educativa y de mejorar la institución. Del mismo modo que la política educativa de un país no es neutra en relación con el qué y cuándo debe aprender el alumnado, tampoco debe serlo en el cómo en términos genéricos.
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La formación del profesorado trata también de esto: cómo facilitar, en el ejercicio de las competencias docentes, el aprendizaje del alumnado; cómo crear entornos de aprendizaje; cómo gestionar la diversidad en el aula; cómo guiar grupos; cómo formular las preguntas para las que los alumnos y alumnas tienen o buscan respuestas.
Desde la aparición de la escuela como institución y antes, en la más natural instrucción no formal o informal de los niños, se ha creído que para enseñar sólo hacía falta saber, ser experto en los conocimientos, tener habilidades en aquello que se sabía hacer; es decir, dominar la materia a enseñar. Desde este planteamiento, lo más relevante y característico es la materia. Con las aportaciones de la pedagogía y la didáctica, fundamentalmente, se inicia una fase centrada en el enseñar. En esta fase se entiende que, además del dominio de la materia a enseñar, se deben conocer los mecanismos propios de la enseñanza de la materia, su carácter instrumental o no, su lógica, su organización, sus relaciones, sus secuencias, así como las características de los aprendices, de sus momentos, de sus estilos, de sus ritmos, etc.
Notícia de cuadernos de pedagogía, para verla completa: http://www.cuadernosdepedagogia.com/ver_pdf.asp?idArt=11960
He penjat aquesta notícia perquè penso que va dirigida a nosaltres i perquè la he trobat molt interessant, com també he trobar interessant la seva pàgina: http://www.cuadernosdepedagogia.com/
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